La palabra desfibrilar se ha creado a partir de fibrilar y este verbo proviene del latín tardío. Se origina en fibrilla, fibrillae vocablo formado a partir de fibra, fibrae cuyo significado es filamento, fibra, con un sufijo -illa que señala el concepto del diminutivo. A esa base se le añade el sufijo –ar que indica acción verbal y el prefijo des- proveniente del latino de- que indica negación.
Clase: verbo, infinitivo, 1era conjugación.
Con respecto a la definición de este término, es detener la fibrilación de las aurículas o ventrículos del corazón, descargando un choque o shock eléctrico al miocardio a través de la pared del tórax por medio de un aparato denominado desfibrilador.
De esta manera se utiliza terapéuticamente la corriente eléctrica que se libera a través del aparato en grandes cantidades pero en períodos de tiempo cortos. Lo que sucede con este tratamiento es que esa descarga eléctrica despolariza de manera temporal al miocardio, finalizando la fibrilación auricular u otras arritmias y consiguiendo de esta forma, la recuperación de la actividad eléctrica normal.
Se considera que la desfibrilación prematura o temprana es el tratamiento elegido en pacientes con paros cardiorrespiratorios secundarios a muerte súbita. Más del 85% de personas con muerte súbita no traumática se inició con una taquicardia ventricular que progresó a una fibrilación ventricular.
Según investigaciones la sobrevida sin que existan alteraciones neurológicas puede existir siempre que se desfibrile dentro de los 6 minutos posteriores de un paro con reanimación cardiopulmonar (RCP). Esta reanimación se efectúa mientras se espera el desfibrilador y se ha comprobado que prolonga la fibrilación ventricular y ayuda a que el corazón se mantenga preservado así como también la función cerebral. Aunque la reanimación cardiopulmonar sola, no convierte la fibrilación ventricular en un ritmo normal.
Por supuesto que es fundamental la velocidad con que se efectúa la desfibrilación para conseguir el éxito en la reanimación. Los pacientes con fibrilación ventricular pueden culminar en asistolia donde una reanimación con éxito no es lo frecuente. Los pacientes sin fibrilación ventricular no tienen gran posibilidad de sobrevida con las técnicas comunes de reanimación. Por eso se ha comprobado que la sobrevida de un paro cardíaco es bastante elevada si el paro cardíaco ha sido espectado y se desfibrila en minutos. De hecho se ha experimentado una sobrevida entre el 16% al 19% de los pacientes cuando se añadieron programas de desfibrilación temprana prehospitalaria.
Pero desfibrilar exitosamente también depende del estado en que el miocardio se encuentre metabólicamente. De esta manera ocurre que la fibrilación ventricular cuando es de corta duración responde a la descarga. Por eso se recomienda que todas las ambulancias que llevan pacientes cardíacos o críticos debieran contar con un desfibrilador manual o automático y un personal de emergencias entrenado para esto. También se considera que debe aplicarse esto a las reanimaciones intrahospitalarias donde los desfibriladores no se usan en la actualidad.
“Para desfibrilar se recomienda una energía de 200 joules en la primera descarga y de 200 a 300 joules en la segunda”. Aquí, se aplica a la cantidad de energía necesaria.
“Cuando se desfibrila, pasa un flujo importante de electrones a través del corazón por un corto tiempo”. Se refiere en este caso a lo que ocurre cuando se realiza esta operación.
“Al ver el estado del paciente, el personal de emergencia de la ambulancia no dudó en desfibrilarlo”. En este ejemplo, se usa con el sentido de aplicarle el shock eléctrico.