Ante la posibilidad de llegar a concretar alguna cuestión trascendente o que se considere muy apreciada, pero para ello hay que dejar de lado o privarse de algo que importe, existe la frase “París bien vale una misa”.
Si uno se detiene a observar la frase, quedan muchas preguntas por hacerse. ¿Por qué París? ¿Por qué una misa? Pareciera que no tiene ningún sentido con el significado de la expresión. Sin embargo, se encuentra cuando se ahonda en su historia y explicación.
Clase: frase coloquial formada por un sustantivo propio (París); un adverbio de modo (bien); un verbo conjugado en tercera persona del singular presente del modo indicativo (vale); un artículo indefinido femenino singular (una); un sustantivo femenino singular.
Se puede dar como definición de “París bien vale una misa” que es una expresión coloquial mediante la cual se indica que se es capaz de renunciar o sacrificar algo que importe mucho, para conseguir algo que se considera muy importante o valioso.
Esta frase que se utiliza tanto en España como en gran parte de Latinoamérica se utiliza además para indicar que alguien ha traicionado o está traicionando sus ideales o convicciones para conseguir algo material.
Y es con este concepto que se le encuentra su justificación.
“París bien vale una misa” tiene su origen en una oración francesa “Paris vaut bien une messe” atribuida al Enrique IV antes de asumir como rey de Francia. Asignada a este personaje histórico porque no se sabe con certeza si realmente fue dicha por él. Pero apócrifa o no, la historia que se cuenta del origen de esta frase, tiene que ver con este rey.
Enrique de Borbón o de Navarra, era uno de los pretendientes al reino de Francia, pero tenía una dificultad para llegar al trono y esta era su religión. Perteneciente a los hugonotes (protestantes) no podía acceder al trono de ese país al que solo llegaban quienes eran católicos.
Para comprender esta historia hay que ubicarla en el contexto de las Guerras de Religión ocurridas entre 1540 y 1598 en las cuales se enfrentaron los protestantes llamados hugonotes y los católicos. En 1598 justamente se da fin al conflicto mediante el Edicto de Nantes por parte de Enrique IV de Francia.
¿Pero quién era Enrique IV? Nada menos que Enrique de Borbón o Navarra que se había convertido en rey. En realidad, él había sido uno de los pretendientes al reino de Francia junto con Enrique I de Guisa, líder de la Liga Católica.
Por supuesto que para Enrique de Guisa era inaceptable que un protestante llegara a rey de Francia, esa fue la razón por la cual Enrique III mandó a matarlo, temiendo por el poder que estaban acumulando los católicos. Pero este asesinato no quedó impune ya que Enrique III fue asesinado al poco tiempo.
Solo quedaba Enrique de Navarra que fue reconocido rey de Francia solo por los hugonotes. En tanto la Liga Católica, Felipe II de España y el Papa no lo reconocieron como tal por su religión. Esto dio lugar a más conflictos, lo que impedía que Enrique IV pudiera llegar a París.
Como su finalidad era llegar a la capital de Francia, sacrificó su religión y se convirtió al catolicismo en 1593, para poder ser reconocido como rey tanto por protestantes como por todos los católicos. Fue en ese momento decisivo cuando se cree que pronunció la frase “Paris bien vale una misa”.
“París bien vale una misa, dijo el muchacho a su vecina acompañándola al supermercado para ayudarla con las compras, porque le gusta la nueva cajera”. Se refiere en este caso a hacer una tarea que no se quiere para ver a una persona.
“Soporta todo tipo de tarea para conseguir el ascenso porque según él, París bien vale una misa”. En este ejemplo, se usa con el sentido de sacrificarse para conseguir un objeto.
“La nena no quiere darle un beso a los adinerados tíos abuelos por más que sus padres insistan en que París bien vale una misa”. Aquí, se aplica a quien no acepta hacer nada por conveniencia.