“Dorar la píldora” es una expresión que se suele escuchar aún hoy, en el habla coloquial cuando se le amortigua con sutilezas, a una persona, una mala noticia que se le está dando, o la dificultad y el problema que se le provoca.
Si bien para la Real Academia Española equivale más a suavizar lo que se le dice o lo que le puede causar, también existe otro significado que implica un cierto sesgo adulador y falaz.
Clase: frase popular formada por un verbo en infinitivo de primera conjugación (dorar); un artículo determinado femenino singular (la) y un sustantivo femenino singular (píldora).
La definición correspondiente a “dorar la píldora”, expresión conocida y utilizada en España y en varios países de Latinoamérica como Argentina, Chile, Uruguay, entre otros, es atenuar el efecto negativo de una mala noticia que se le está dando a una persona y que se pretende que sea más agradable y fácil de sobrellevar. Es una manera de no herir a alguien cuando se le está diciendo algo o de enmascarar un daño que se le está haciendo.
Así “dorar la píldora” tiene un concepto artero, ya que casi siempre lo que se busca es el menor daño posible en alguien, pero lo que no se evita es dañar. Ya que normalmente quien realiza esta acción sabe que lo que va a decirle o comunicarle a la otra persona la afectará y perjudicará.
Pero también se dora la píldora a una persona, y esta es una manera aún más engañosa, cuando se intenta conseguir un favor de alguien adornando una situación, haciéndola aparecer como positiva cuando no lo es tanto.
En cuanto a cómo esta expresión tomó fuerza en el habla popular, se debe a los boticarios. Hace muchos años la industria farmacéutica no existía. Y era el boticario el que se encargaba de preparar los remedios. Estos medicamentos no contaban con excipientes, como ocurre en la actualidad, que son los componentes neutros que hacen que las medicinas sean más agradables. Por lo tanto los medicamentos tenían un sabor muy amargo.
Para facilitar su ingesta se crearon píldoras que se fabricaban manualmente y a las que se las bañaba con una sustancia dulce, con la cual se ponía al fuego, se la doraba, consiguiendo de este modo una capa exterior de sabor dulce.
De este modo, se disfrazaba el gusto amargo del remedio. De la misma manera que se disfraza una mala noticia y se digiere más fácilmente cuando se la hace pasar como no tan trágica o desfavorable cuando en realidad no es tan así.
“Sabe bien dorar la píldora a su mujer cuando llega tarde del trabajo y ella pretende hacerle una escena de celos”. Se refiere en este caso a una persona que se las ingenia para inventar alguna excusa.
“Le ha dorado la píldora durante todo el mes para conseguir finalmente que le aumente el sueldo”. Aquí, se aplica a alguien que tiene un comportamiento adulador con alguien para conseguir un objetivo. La frase está conjugada.
“Nunca ha sido de dorar la píldora a sus padres para conseguir algún permiso especial”. En este ejemplo, se usa con el sentido de alguien que no es capaz de estos artilugios.