El término absidal proviene de ábside y este deriva del griego. En efecto, proviene de ἀψίς, ἀψῖδος (pr. apsís, apsídos) cuyo significado es nudo. Posteriormente, en arquitectura ha tomado el concepto de bóveda.
A esa raíz se le añade el sufijo -al proveniente de -alis del latín que significa relación, pertenencia.
Por lo tanto, el concepto etimológico de este vocablo es lo relativo o perteneciente al arco o bóveda.
Clase: adjetivo, género con terminación invariable, por finalizar en -l, singular.
La definición de esta palabra es: que tiene ábside o perteneciente o relativo al ábside. Definiendo a ábside como la parte abovedada de una iglesia, que suele ser circular, que sobresale de su fachada posterior y donde se encuentran el altar y el presbiterio.
Por lo tanto este concepto se utiliza en arquitectura y fue usada primeramente en la arquitectura romana precristiana para denominar la cabecera que poseía una forma de arco en las iglesias. Pero estas construcciones religiosas cristianas se inspiraron en las griegas y romanas, de allí el nombre de absidal.
En el caso de las estructuras clásicas el templo tenía un largo pasillo en cuyo final se encontraba la estatua del dios. Tomaron esa posición, tanto las basílicas como las iglesias cristinas de finales del Imperio Romano y principios de la Edad Media, variando el tamaño pero donde siempre existía una sección principal donde se emplazaba el altar, que estaba al final del pasillo.
La forma absidal por excelencia fue en ese momento el semicírculo, que se convirtió en un diseño identificatorio del estilo románico. Con el tiempo y desarrollándose otros estilos artísticos dentro de la arquitectura, el ábside fue tomando otras formas como rectangulares, cuadradas, poligonales, entre otras.
Esa forma semicircular se puede observar tanto dentro de la iglesia como fuera, sobresaliendo de la construcción, luego del pasillo o lo que se conoce como parte central o nave.
Además de ser una de sus características originarias la forma semicircular, existe otra particularidad: la forma de bóveda que se realizaba considerando que permitía una mayor conexión del hombre con Dios y con Jesús.
Pero aparte de ubicarse al final de la nave central, pueden aparecer ábsides que se adosan al transepto. Este es el nombre que recibe la nave transversal que cruza a la nave principal perpendicularmente. En este caso, existen ábsides que se colocan rematando cada uno de sus extremos; o distribuidos de manera simétrica respecto de la nave y abiertos a modo de capillas en el lado este.
Puede ocurrir que cuando el ábside principal tiene dimensiones suficientes, aparezca lobulado con una secuencia de ábsides menores que se llaman absidiolos y que forman como una corona de pequeñas capillas absidales en su contorno.
“Existen dos partes absidales: una inferior que tiene un zócalo ciego y otra superior con una imposta que recorre de forma horizontal todo el muro y en la que se abren ventanas de las cuales la central está relacionada axialmente con la nave”. En este ejemplo, se usa con el sentido de su constitución.
“Las plantas absidales en las iglesias se generalizaron en la arquitectura bizantina, románica y gótica”. Se refiere en este caso al tiempo en que perduró. El adjetivo está en plural.
“La estructura absidal consiste no solamente en un ábside sino también en los absidiolos con la misma forma semicircular y abovedada y que están en contacto con aquella”. Aquí, se aplica a toda la posible estructura.