Cuando alguien hace algo apurado, sin prestar atención, sin pensar en lo que está haciendo, o moviéndose de un lado para otro para tratar de solucionar algo y a cambio de eso, entorpece o complica las cosas, se suele decir que está haciendo las cosas “a tontas y a locas”.
Es una expresión muy antigua de la lengua castellana por eso es conocida no solamente en España, sino también en muchos países de Latinoamérica tales como Chile, Argentina y Uruguay, entre otros.
Clase: frase coloquial formada por una preposición (a); un adjetivo femenino plural (tontas); una conjunción copulativa (y); una preposición (a) y un adjetivo femenino plural (locas).
La definición correspondiente a la frase coloquial “a tontas y a locas” es hacer una cosa sin poner atención, sin pensar o inclusive de manera apurada e irreflexiva.
No es una frase que actualmente sea de uso muy común, sin embargo a veces puede escucharse en personas mayores.
Desde ya que tiene un sentido de llamado de atención y de reproche ya que se la utiliza para marcar que alguien está haciendo las cosas alocadamente y sin pensar. Y lo más seguro cuando eso sucede, es que lo que se está haciendo, salga mal.
Esta frase si bien se ha convertido en coloquial y popular, su origen se remonta a la literatura española.
Se halla en “Don Quijote de la Mancha”, específicamente en los versos de Urganda la Desconocida en la parte preliminar de la novela. Allí Cervantes utiliza esta frase llamando de manera literal tontas y locas a las doncellas que se divertían con frívolas locuras. También la usa de manera adverbial en otro pasaje del Quijote.
En el siglo XVI, se ha encontrado esta frase en los “Diálogos de apacible entretenimiento” de Gaspar Lucas Hidalgo, así como en el XVII en el personaje de Cosme en el “Entremés del soldado”.
También en el siglo XVII en “El culto sevillano” de Juan de Robles, se pone en boca del fraile agustino Juan Farfán: “pero al fin, hoy predicaremos a tontas y a locas, como pudiéramos”. Debido a que unas monjas lo invitaron a dar un sermón grave pero sin darle lugar a mucho estudio.
Sin embargo, durante mucho tiempo se ha tenido por el creador de esta frase al dramaturgo Jacinto Benavente (1866-1954) quien también hizo uso de esta frase en un acontecimiento muy particular con el que quedó en la historia.
Benavente había sido invitado a dar una conferencia en el Lyceum Club Femenino fundado en 1926, club que tenía objetivos políticos como la promoción y la defensa de los derechos de la mujer.
Fue así un lugar donde las mujeres, que en esa época vivían fuera de toda actividad social, podían ir a cursos, conciertos, exposiciones, conferencias. Inclusive el Lyceum se convirtió en un lugar desde donde se dieron a conocer los escritos de renombradas autoras de la época.
Lo cierto es que Jacinto Benavente ya había recibido el Premio Nobel de Literatura, y por esa razón lo invitaron a dar una conferencia en el Lyceum. Pero él respondió literalmente: “A mí no me gusta hablar a tontas y a locas”.
Desde ya que la frase la usó en un sentido totalmente irónico y despectivo. Curiosamente en su obra existe un interés por la psicología femenina, lo que no se condice con esta respuesta. Pero para algunos estudiosos quizá su negativa tuvo que ver con su condición de homosexual.
“No quiere dejarla a cargo de la organización de la fiesta porque hace todo a tontas y a locas”. Aquí, se aplica a alguien que hace las cosas sin fijarse.
“Siempre anda a tontas y a locas por la vida, por eso no vio la bicicleta que se le venía encima”. En este ejemplo, se usa con el sentido de alguien que no se fija por donde camina.
“Es muy servicial y dispuesto pero no quiere aceptar su ayuda porque lo que se le pide lo hace a tontas y a locas”. Se refiere en este caso, a quien hace las cosas de forma apurada.