El término fetiche proviene del francés. En efecto, el español la importó de fétiche que, a su vez, el francés tomó del lusitano feitiço cuyo significado se refería a los objetos de culto que eran fabricados por los pueblos primitivos.
Los cristianos a su vez, tomaron esta voz a partir de facticius (ver fetichismo).
Clase: sustantivo, masculino, singular.
En cuanto a la definición de esta palabra se refiere a un objeto, ídolo a la que se le presta excesiva atención o reverencia.
Dentro del Ocultismo se llama de esta manera al objeto al cual se le otorga el poder de traer buena suerte, protección, ayuda, o producir agrado y complacencia a su propietario. Por extensión también se refiere a aquel que recibe demostración de confianza o veneración supersticiosa o estrafalaria.
En ocasiones, designa a una mascota como algo que se cree que trae suerte.
Para la Etnología se refiere al ídolo u objeto de culto supersticioso dentro de los pueblos primitivos, al que se le atribuye un poder mágico o sobrenatural. Este poder puede ser positivo o negativo.
Originalmente este vocablo fue utilizado por los portugueses para aludir a imágenes religiosas y cultos mágicos de los pueblos africanos. Tal fue el caso del vudú en el cual un fetiche es un objeto que ha sido fabricado por alguien para imponer su poder sobre otra u otras personas.
Luego, también fue usado para referirse a algunos elementos empleados por las religiones de la América indígena.
Tanto en unas como en otras el fetiche es un representante de un ser superior al que simboliza y tiene sus mismos poderes y características. Por esa razón se los adora, se les agradece y se les hace ofrecimientos. Por su poder sobrenatural, se considera que pueden conceder favores y gracias o castigos.
Esta clase de culto se conoce como fetichismo y aparece aun hoy en diferentes lugares del mundo. Está asociado a creencias particularmente animistas.
En Psicología es cualquier objeto inanimado como una prenda de vestir, generalmente íntima o que ha estado en contacto con las zonas íntimas de una persona, o una parte del cuerpo que no tiene carácter sexual que sustituye a una persona produciendo sentimientos eróticos o una fijación erótica, y permite llegar al orgasmo.
Se lo considera una práctica inofensiva siempre y cuando esto no provoque un malestar manifiesto o un problema a quien lo padece o a otras personas.
Sin embargo Sigmund Freud (1856-1939) lo considera como una manifestación perversa. Para otros psicoanalistas tiene que ver con un núcleo perverso, así lo cree Guy Rosolato (1924-2012) que lo supone como una manifestación de los problemas que una persona tiene con las normas, que se puede exteriorizar inclusive en otros estadios como travestismo, sadomasoquismo, etc.
Y para Piera Aulagnieur (1923-1990) es la última barrera antes de la psicosis ya que la fijación por el objeto se debe a la necesidad de mantenerse dentro de los límites de la neurosis.
Amuleto, talismán, tótem, ídolo, estatuilla.
“La abuela muestra a sus nietos el fetiche que tenía cuando era pequeña para ahuyentar a los fantasmas que creía que había en la casa”. En este ejemplo, se usa con el sentido de un objeto que ayuda a su poseedor.
“En la excavación arqueológica se encontraron numerosos objetos, entre ellos algunos fetiches que son el reflejo de las creencias de esa civilización”. Se refiere en este caso a un objeto que se venera por representar a un dios.
“Preocupada al haber descubierto que su hijo es proclive a los fetiches en materia sexual, ha pedido una consulta con un psicoanalista”. Aquí, se aplica a la conducta sexual.