Herrete proviene de hierro y este del latín. Proviene de ferrum, ferri con el mismo significado que tiene en español. A la base herr- se le añade el sufijo -ete con el concepto de diminutivo.
Clase: sustantivo, masculino, singular.
Su definición es el remate de metal, alambre, plástico o acetato que, al ser hueco por dentro, se puede colocar en cintas, correas, cordones, etc., tal como ocurre con los cordones de los zapatos o zapatillas para que puedan entrar fácilmente en los ojales y para que las fibras no se separen.
En América se lo conoce con el nombre de acetato aun los que no están fabricados con ese material.
Antes de que aparezca el botón, se usaban para atarse los calzones, cerrar un jubón o ceñirse la ropa.
Durante el siglo XVII, se lucían a la vista, porque la moda así lo exigía. Y es sí que tenían otras formas diferentes a las actuales que son tubulares y finas. Los había con forma de esfera, u ovoides. El material que utilizaba la nobleza era el diamante o el oro con adornos de esmalte, perlas, cristales o piedras preciosas engarzadas.
En las cortes su uso era toda una maestría, ya que no se podían usar los que se habían pasado de moda o volver a llevar los que se habían mostrado hacía seis meses o un año atrás.
De este modo, el herrete pasó de tener una función concreta que era la de cerrar o ceñir, a tener función decorativa. Los hombres y las mujeres no solamente los llevan en las puntas de los cordones sino también en otras prendas. Así las mujeres los cuelgan del jubón o de la cintura. Los hombres los llevan prendidos de lazos de seda de colores que llevan de a pares sobre un hombro.
Existe como prueba de todo esto, un retrato de Ana de Austria pintado por Rubens hacia 1625, en donde se puede observar un cinturón de perlas del que pende un lazo negro, y de él cuelgan dos herretes trabajados artísticamente.
Justamente los herretes de diamante de Ana de Austria, sirvieron de inspiración para la famosa historia de “Los Tres Mosqueteros” de Alexandre Dumas, publicada en 1844 como folletín y en 1846 como novela. Dentro de esta historia D’Artagnan junto a los tres mosqueteros Athos, Porthos y Aramis, se ven inmersos en las intrigas de la corte de Luis XIII. Y su primera aventura fue recuperar los 12 herretes de diamante de la Reina Ana de Austria, que les habían sido sustraídos por la condesa de Winter al Duque de Buckingham a quien Ana se los había regalado en una caja de madera. Ella los había recibido como regalo de su esposo Luis XIII.
“Jean d’Aillon recrea la misteriosa historia de Ana de Austria en su novela ‘Los herretes de la Reina’”. Se refiere en este caso a una novela.
“Ha comprado unos borceguíes cuyos cordones tienen unos herretes de colores llamativos”. En este ejemplo, se usa con el sentido de su colorido.
“El magnate le ha regalado a su primogénita unos herretes de cristal y perlas”. Aquí, se aplica a su material.