“Tomar las de Villadiego” es una frase que se utiliza para expresar que una persona huye de algún lugar o situación. Esto puede ocurrir porque se siente en riesgo de que le ocurra algo a su persona como es el caso de algún evento climático, por ejemplo. O también porque no se atreve a enfrentar alguna circunstancia personal. En su significado se da un matiz despectivo y burlón con respecto a la persona de la que se está hablando.
Su uso es coloquial, no se utiliza en la lengua escrita, y es usado por personas de edad, no por jóvenes.
Clase: expresión popular formada por un verbo infinitivo (tomar); un artículo femenino plural (las); una preposición (de) y un sustantivo propio (Villadiego).
Originaria de España, “tomar las de Villadiego” tiene como definición: irse de una forma repentina y apurada de algún peligro o un contratiempo. Aunque también puede referirse a huir de alguna situación que no resulta cómoda. En ambos casos la intención es de no volver de ninguna manera.
Como no hay una certeza del origen de este modismo, existen varias posibles explicaciones.
La primera es que con esto se alude a las alpargatas que se fabricaban en el pueblo de Burgos, llamado justamente Villadiego.
Otros estudiosos la refieren a las alforjas de viaje que se confeccionaban en ese lugar. Mientras existe otro grupo que la vinculan con las calzas de ese lugar que son un tipo de pantalones hasta la rodilla.
Pero existen otros especialistas que consideran a esta frase con la encomienda-privilegio que el rey Fernando III (1199-1252), conocido en la historia como el Santo, le dio a los judíos de Villadiego. Mediante un decreto prohibió que se los persiguiera y apresara, dándoles su protección y obligándolos a llevar unas calzas amarillas como insignia o distintivo para que se los pueda reconocer a simple vista.
De este modo cuando se iniciaron las persecuciones contra todos los judíos de Toledo y de Burgos, estos dejaban sus calzas para “tomar las de Villadiego”, protegiéndose y siendo protegidos por autoridades del rey hasta llegar a su nueva tierra, Villadiego, como colonos de Fernando III.
Esta expresión ha caído en desuso hace mucho tiempo en algunos países de Latinoamérica y por eso en el caso de Argentina, por ejemplo, ha sido reemplazada por “tomarse el olivo”, “tomarse el buque”. En el caso de “tomarse el olivo” hay una versión que lo relaciona con tomarse un colectivo que iba para Olivos, una localidad que ahora queda dentro del Gran Buenos Aires (cinturón alrededor de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires). Pero eso solamente es una explicación popular. Ya que ese modismo tiene un origen peninsular, referido al lugar a donde se criaban los toros de lidia, que generalmente era cercano a los olivares. Por eso cuando alguno de estos animales se enfurecía, quienes los cuidaban huían a los olivos y trepaban a ellos para resguardarse de los cuernos del animal.
En el caso de “tomarse el buque” esa expresión también tiene otras acepciones como es rehuir una responsabilidad y desentenderse de algo.
En Argentina actualmente, la expresión que sustituye a todas estas es popularmente “tomarse el palo”.
Tomarse el buque (Argentina); tomarse el palo (Argentina); tomarse el olivo (España y Argentina); poner pies en polvorosa (España).
“Al ver que el frasco de caramelos que los pequeños estaban tratando de alcanzar se cayó, se tomaron las de Villadiego para que sus padres no los descubrieran”. Se refiere en este caso a haber realizado una acción prohibida y para no ser descubiertos huir. La frase está conjugada.
“Cuando le dijeron que tenía que hacerse cargo de las deudas que había dejado su padre, lo primero que hizo fue tomar las de Villadiego”. En este ejemplo, se usa con el sentido de no enfrentar, huir.
“Luego del compromiso matrimonial con su novia, el muchacho se tomó las de Villadiego y nunca más se supo de él”. Aquí, se aplica a alguien que rehúye de un compromiso. La frase está conjugada.