La palabra razón tiene su origen en el latín. Proviene de ratio, rationis (ver racional).
El término social proviene también del latín (ver psicólogo social).
Clase: locución formada por un sustantivo, femenino, singular (razón) y por un adjetivo, singular. En cuanto al género, todo adjetivo lo toma del sustantivo al que modifica. Sin embargo en este caso permanece invariable, sin tomar la desinencia propia del femenino en –a, o del masculino en –o, por terminar en –l (social).
La definición de esta locución es el nombre oficial de una sociedad con el cual está registrado en los órganos estatales correspondientes. Se utiliza en todo tipo de documentos, aunque el público consumidor pueda conocerla por el nombre comercial.
De esto se deduce que el significado del nombre comercial y de la razón social es diferente, aun cuando pueda ser idéntica la palabra elegida para identificarlos.
Así se puede reconocer a la segunda como el nombre que será la identificación de la empresa conjuntamente con el número que le corresponden de identificación tributaria y el Nit. Ese nombre elegido figura en el documento donde se deje constancia de la creación de la sociedad. De este modo, la razón social se usa a nivel administrativo, formal y jurídico. Esa denominación va a aparecer en los recibos de sueldo, en los cheques que emita la sociedad o en cualquier procedimiento legal que se lleve a cabo.
Pero la compañía puede también decidirse por una denominación que sea alternativa al de la razón. En ese caso ese es el nombre comercial o también llamado nombre de fantasía.
Cuando ambos difieren, los dos deben figurar en el registro comercial. En el caso en que coincidan, no es necesario inscribir el nombre comercial. Ya que éste no es obligatorio, en cambio la razón social siempre lo es.
Es muy común la existencia de empresas donde ambos términos no coinciden. Esto suele suceder habitualmente cuando la propietaria de la empresa es una persona natural que prefiere elegir un nombre comercial o de fantasía para que se identifique su negocio, por cuestiones de marketing o mercadeo, que sea diferente al propio.
Como el nombre de fantasía, comercial o marca es el que va a llevar el producto y a su vez el que van a conocer los consumidores, se tiene mucho cuidado en su elección. Se busca que sea sencillo, fácil de pronunciar y de recordar y que a su vez, inspire confianza. Esta es la razón por la que muchas veces, entre el nombre de la razón social y el de la marca existe una profunda diferencia.
“Cuando ambos hermanos crearon la compañía decidieron que el nombre de fantasía del producto fuera diferente al de la razón social”. En este ejemplo, se usa con el concepto de diferenciar la marca del nombre legal.
“Para poder contratar el seguro de los vehículos, debió suscribir la póliza de seguro con el nombre de la razón social del negocio”. Se refiere en este caso a la denominación que se utiliza en un documento.
“Buscó la razón social de la empresa para iniciar un reclamo judicial por el producto que le habían vendido”. Aquí, se aplica a su uso en el ámbito jurídico.