“Poner pies en polvorosa” es una frase que es común escuchar coloquialmente para referirse a alguien que se ha ido de algún lugar huyendo porque no ha sabido enfrentarse a algo inminente que iba a ocurrirle. Esto puede ser intentar salvar su vida física, emocional, mental o simplemente no poder hacerse cargo de una situación. Como puede ser no poder responder a alguien que viene para solicitar algo; no poder hacer frente a un acreedor, etc.
Clase: frase popular formada por un verbo infinitivo de segunda conjugación (poner); un sustantivo masculino plural (pies); una preposición (en) y un adjetivo femenino singular (polvorosa).
Esta frase originaria de España tiene como definición: huir o escapar precipitadamente, dejando solo el polvo revoloteando, de tan rápido que se ha ido la persona. Tiene por lo tanto, un matiz irónico.
Sin embargo a veces, puede llegar a decirse en ocasiones realmente peligrosas como puede ser el caso de un intento de robo en que la persona puede huir a tiempo, frustrándolo. O que esté en un sitio donde se comienza a oler a quemado y por precaución se va rápidamente. O en un sitio donde comienza una discusión entre varias personas sabiendo que puede terminar en una importante pelea en la que intervienen todos contra todos, y se decide irse rápidamente.
No existe un acuerdo en cuanto al origen de “poner pies en polvorosa” por parte de los estudiosos. Por lo tanto existen varias versiones que justifican el inicio de esta expresión.
Una de ellas es que proviene del vocabulario de germanía –jerga usada por presos y criminales- o también en la jerga de rufianes o gitanos donde polvorosa significaba calle.
Otra de las versiones es que proviene de la acción de echarse a correr por un camino tan rápido que se levanta polvareda.
Y la última y quizá la más certera, según algunos investigadores se debe a Alfonso III, el Magno, quien en el siglo IX, fue con sus tropas a contener a los sarracenos o moros que estaban entrando en su territorio. Debido a esto les presentó batalla cerca del río Orbigo en la provincia de Palencia, España, exactamente en los campos de Polvorosa. En ese lugar se unió el valor de los soldados de Alfonso junto a un eclipse de luna, que hizo que sus tropas consiguieran la victoria, dispersando a los moros que terminaron huyendo. Desde ese entonces se hizo conocida Polvorosa, con un significado irónico para el ejército fugitivo, y aplicado luego a toda persona que sale velozmente de un lugar.
Tomar las de Villadiego (España); salir rajando (Argentina).
“Quedó en la memoria de todos el día en que la chica puso pies en polvorosa de la iglesia dejando al novio al pie del altar”. En este ejemplo, se usa con el sentido de una mujer que huye para no casarse. La construcción está conjugada.
“Poner pies en polvorosa no es de hombres de ley si no de hombres desesperados –dijo el muchacho dándose media vuelta para no enfrentarse a la mujer que había engañado”. Se refiere en este caso, a alguien que huye para no encontrarse con una persona a la que traicionó.
“Estábamos en la quinta del vecino sacando melones cuando justo nos ve el hombre que a los gritos, agitó un palo viniendo hacia nosotros, fue así que todos pusimos pies en polvorosa”. Aquí, se aplica a huir cuando alguien en descubierto llevándose lo que no le pertenece.