Albigense es una palabra que de la ciudad denominada Albi, originariamente Álbiga, ciudad de origen occitano. A esa raíz se le agrega el sufijo -ense que es uno de los que corresponde a los adjetivos gentilíceos.
Existe una hipótesis también de que este nombre está ligado a albino, por su raíz original que es alb- procedente del latín albus, alba, album cuyo concepto es blanco.
Clase: adjetivo, singular, cuyo género es neutro o invariable y que por finalizar en –e puede acompañar tanto a sustantivos masculino, como los femeninos // sustantivo, masculino/femenino, singular.
La definición del adjetivo proviene de su etimología y es perteneciente a Albi; de Albi.
Como sustantivo designa a las personas nacidas en esa ciudad de Francia.
Y tanto como sustantivo y como adjetivo, dentro de la Religión, se denomina de esta manera a los que formaban parte de una secta cuyo principal asiento estuvo justamente en esa ciudad (Albi) durante los siglos XII y XIII.
A los albigenses, también se los ha llamado cátaros, aunque hay historiadores que consideran que los primeros formarían parte de los segundos. Lo que sí se sabe con certeza es que la denominación albigense es originaria del siglo XII, y fue usada por un cronista llamado Geofroy du Breuil of Vigeois, para referirse a los habitantes de Albi.
También fueron llamados así en el Concilio de Tours en 1163, por parte de la Iglesia Católica para reconocer de esta manera a los herejes.
Lo cierto es que esta fue una secta religiosa que se originó en esa ciudad y se extendió por las llanuras del Languedoc para ampliarse por Francia, Italia septentrional y otras zonas de Europa.
El surgimiento de la nueva doctrina se vio favorecido, entre otras causas, por el desprecio que los habitantes del Languedoc tenían con respecto al clero católico, debido a la vida mundana y escandalosa que llevaba.
Por su parte la Iglesia Católica los catalogó de herejes. Y esto se debe a los principios que los cátaros sustentaban. Entre ellos estaban: la afirmación de que coexisten dos principios opuestos entre sí, el bien y el mal. El primero es quien ha creado el mundo espiritual y el segundo, el material.
Atribuyen el Antiguo Testamento al mal, contraponiéndose al Nuevo Testamento que revela un Dios benefactor que ha creado las almas humanas que fueron encerradas en un cuerpo material por el mal, quien les mintió para que se aparten de la luz.
Esta tierra es un lugar de castigo, y es el único infierno que hay para el alma humana. No obstante el castigo no es eterno, ya que todas las almas tienen una naturaleza divina y deben ser liberadas en algún momento. Para llevar adelante esta liberación, Dios envió a Jesucristo, quien nació aparentemente de María.
Consideran que el hombre es una gran contradicción, por eso se debe liberar al alma de su cautiverio en el cuerpo para llegar a la verdadera finalidad que es el ser.
Se propone además, la práctica de la castidad y por esa razón se promueve el concubinato que es menos permanente que el matrimonio. Esto se debe a que se considera como un pecado grave la reproducción del género humano por colaborar con el señor del mundo o del mal.
No comían ningún tipo de alimento animal, salvo pescado.
Fueron derrotados definitivamente por la Iglesia en el año 1213 en la batalla de Muret en España, en el marco de una Cruzada en su contra.
Cátaro; búlgaro.
“Los llamados perfectos albigenses vivían de manera contemplativa y ascética”. Se refiere en este caso a las características de los miembros de la secta medieval. Es sustantivo plural.
“Los estudiantes albigenses llegaron junto con sus profesores a París esta mañana”. En este ejemplo, se usa con el sentido de oriundos de la ciudad. Es adjetivo plural.
“El papa Inocencio III instó a todos los arzobispos, condes, señores y barones de Francia a iniciar la cruzada albigense”. Aquí, se aplica a la persecución armada de los seguidores de esta doctrina. Es adjetivo.