Si algún amigo o compañero de escuela propone “hacerse la rata” todos los restantes, saben muy bien a qué se refiere. No es disfrazarse de roedor, sino simplemente faltar a clase o no ir a la escuela determinado día, y sin que los padres lo sepan.
Es uno de los desafíos y una de las experiencias que un estudiante quiere hacer aunque sea una vez. El sabor de irse con sus pares en las horas de clase a jugar al bowling, a jugar jueguitos o simplemente a caminar sin nada más que reírse y bromear es un placer adolescente que nadie se quiere perder.
Clase: frase coloquial formada por un verbo pronominal de segunda conjugación en infinitivo (hacerse); un artículo definido femenino singular (la) y un sustantivo femenino singular (rata).
La definición de la locución verbal “hacerse la rata”, propia de Argentina, es faltar a clases, sin que los padres sepan que se ha hecho. También se puede aplicar en otros ámbitos como en el laboral, con el sentido de que alguien se ausenta de su trabajo sin aviso previo. Es como “darse” un feriado personal.
Pero también otro significado que subyace a esta frase es el de no asistir a un compromiso sin previo aviso y sin motivo. Por esa razón, muchas veces se suele escuchar que “alguien se hizo la rata a la reunión familiar”.
Por supuesto que la aplicación más común es la de los estudiantes quienes a su vez, han simplificado esta frase en un verbo: “ratearse”. De ese verbo apreció el sustantivo: “rateada”.
Y de una rateada multitudinaria en una escuela, un grupo de estudiantes decidió que se podía hacer todo lo contrario a través de Facebook. Así nació su antónimo: “contrarrateada” que fue a lo que se instó: ir masivamente a la escuela.
No obstante “hacerse la rata” se utiliza también en buena parte de Argentina, donde existen algunas variantes regionales que todavía se escuchan como “hacerse la sincola” en la provincia de Mendoza o “hacerse la chupina” en las provincias de Córdoba y San Juan.
Todas estas expresiones están vinculadas con la española “hacerse la rabona” que tiene por concepto el hecho de que se vuelve el rabo, a una obligación.
En cuanto al origen de esta expresión, nació en la ciudad de Buenos Aires, a comienzos del siglo XX en el Colegio Nacional de Buenos Aires, una institución de renombre por su nivel académico, ya que es el secundario que depende de la Universidad de Buenos Aires. En esa época, ya no ahora, los alumnos eran pupilos. Y el estar todos los días en el lugar, sumado a las exigencias en el estudio y en la disciplina, los alumnos soñaban con escaparse aunque sea un ratito fuera de allí, lo que no podían hacer. Pero como todo sistema siempre tiene alguna grieta, los chicos encontraron accesos secretos bajo la escuela, que eran túneles subterráneos que recorren la zona donde está el colegio originarios de la época de la colonia.
Así fue que para escaparse del rigor de la escuela, se escabullían como ratas hacia las oscuras galerías subterráneas.
Ratearse (Argentina); hacer la chancha (Chile); hacer la cimarra (Chile); hacerse la vaca (Perú); irse de pinta (México); hacer la rabona (España); hacer novillos (Andalucía-España); hacer la capona (Extremadura- España); hacer campana (Cataluña- España).
“Todo saben que no es de hacerse la rata, así que si faltó al trabajo es porque algo grave le pasó”. Aquí, se aplica a una persona responsable en su labor que nunca falta.
“Volvió de la escuela con cara de haber tenido un día fatal, sin dar ningún indicio de que se hizo la rata toda la mañana”. Se refiere en este caso a quien disimula haber faltado. La expresión está conjugada.
“La madre le ordenó que vaya a la escuela para dar ese examen y que no se le ocurra hacerse la rata, porque ahí la va a conocer”. En este ejemplo, se usa con el sentido de un padre que amenaza a su hijo si se escabulle de la escuela.